
La preparación del rodaje del nuevo documental con
el pueblo huarpe la hicimos parando en la casa de la Familia Videla. Los
conocimos en lo de Nardo Morales, en el cumpleaños de doña Juana. Ese día
charlamos mucho, les contamos de la idea del documental y se engancharon. Nos
ofrecieron parar con la casita rodante en su casa, así que luego del viaje a
Buenos Aires volvimos a San Juan y nos fuimos para lo de los Videla.

Con ellos pasamos unos días bárbaros. Son una
familia numerosa así que Mari es una experta en cocinar para muchas personas.
Una mujer increíble, siempre haciendo todo con ganas, con energía, con
distintas ideas para cocinar (a mi llega un momento que se me terminan!!!) y
ofreciéndonos todo con mucho cariño. Nos hemos sentido como en casa.


Junto con ellos organizamos el rodaje para el
documental que aún no tiene nombre. Eran 3 días en el desierto profundo donde
no hay ni luz, ni agua. Así que como teníamos que cargar baterías y pilas y
bajar información a la compu llevamos un generador. Joaquín ofreció su camión y
ahí metimos todo. Tanques con agua potable, comida, ollas, colchones. Lo
necesario para pasarla bien. Fue una super producción!
La idea del documental es contar las leyendas e
historias que se transmiten de forma oral en una familia del pueblo huarpe. Esa
cultura que va pasando de generación en generación y que no se encuentra en los
libros sino que es historia viva. Es lo que a algunos científicos todavía les
cuesta entender, que no todo está en documentos escritos sino que la existencia
de los pueblos originarios tiene que ver más con la cuestión vivida, con lo
transmitido por los abuelos, por los ancianos y no por el valor que pueda tener
una palabra escrita en un documento antiguo.


Para esto realizamos este viaje al desierto sanjuanino
con los adultos y los jóvenes de la comunidad Sawa. Fue un viaje en la huella de más de 30
kilómetros donde no faltaron los momentos de suspenso, sobre todo cuando no
sabíamos si el camión iba a poder pasar la zona de dunas. Por suerte poniendo
ramas y palos en todo el camino y con el gran conductor Joaquín al volante
seguimos adelante. Llegamos hasta donde terminaba el camino, un poco más allá
el río. Así que ahí mismo se armó el campamento. Un campamento bárbaro, con
sombra para las mesas, más allá la fogata… a rodar se ha dicho!


Se contaron muchas historias de aparecidos, de
sombras, de luces, la que más llamó la atención a los jóvenes fueron las
historias acerca del “pozo verde”. Un ojo de mar en pleno desierto, de él se
desconoce su profundidad y se suele decir que quien se mete, no sale. Por
supuesto que nadie se animó a meterse pero si pudimos conocer los temores que
tiene la gente gracias a los aportes de los lugareños que también se sumaron a
los fogones durante las noches que pasamos allí.

El pueblo huarpe ha hecho de este desierto su
hogar, ha aprendido a sobrevivir a pesar de las adversidades del clima y ya
forma parte de su cultura. Y eso es lo que ojala podamos transmitir con este
documental.Volvimos a la ciudad con una sonrisa en nuestras caras, imágenes en nuestra cámara, sonidos en nuestro grabador y tierra y más tierra en nuestras existencias.
